Me quedé dormido hilvanando constelaciones, trasunto sideral de las manidas ovejitas. Había ingerido litros de café, pero aquellas guardias resultaban tan tediosas: nunca ocurría nada.
En mi sueño, un tipo me da esquinazo atravesando descoloridas puertas, que se cierran a su paso. Tras abrir la última, un sonido estridente me desconcierta.
Abro los ojos; la pantalla escupe millones de datos y muestra una onerosa luz roja parpadeante. Tiembla el suelo. Por la ventana, a lo lejos, la montaña escupe fuego entre una densa humareda.
Tranquilo –suena una voz metálica desde el puesto de mando–. Solo es el fin del mundo.
FIN
Para Dani Domínguez, buen tipo 24×7.

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Inquietante relato, Jorge. Y muy bien escrito, como todo lo tuyo que he leído hasta ahora.
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Buenas noches Mayte,
Muchas gracias por pasarte, leer y comentar.
A mí me gusta mucho tu estilo: tus historias están muy trabajadas, los giros en su momento y dimensión justa. Lo que escribes transmite mucho.
¡Un gusto leerte!
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Muchas gracias por tus palabras.
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