Habría cogido alguna vez un hilván si hubiera prestado atención en las clases, si tan solo se lo hubiese tomado en serio.
–No es difícil –decía el profesor–, pero deben esmerarse y ser en extremo cuidadosos. Practiquen sin descanso hasta dominarla, como si fuera un arte. La necesitarán en el momento menos pensado.
Ahora, al recordar, le temblaban las manos. Un sudor frío perlaba su frente. Luchaba por permanecer consciente y mantener a raya la terrible sed.
Mientras se afanaba en suturar sus heridas, pensó con amargura que el destino no daba puntada sin hilo. Gota a gota, su tiempo se terminaba.
FIN
#RelatosenCadena
me gusta JAA
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pingback: Tiempo de recuento (crónica del año que se va) | Blog de Aldegunde