Un corazón de lana y acero comenzó a latir rítmicamente. Los pulmones, construidos con esponjas de mar, se expandían y contraían dando forma a la pulsión vital. Quedaban no pocos retos por dilucidar: cómo implantar las extremidades y los órganos sensoriales, por ejemplo.
Con todo, la principal cuestión era el diseño del cerebro. Mientras releía a William Blake no pudo evitar sentirse martillo, cadena, horno y yunque.
¿Cómo inculcar el libre albedrío a su creación? Se le terminaba el tiempo, y comenzó a considerar que podía fracasar. Empero, pensó en el horror de la guerra y la destrucción, y se convenció de que no quería otra cosa.
FIN
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