De toda la vida, un donnadie. Huérfano, había crecido al socaire de sus hermanos adoptivos; un superviviente acostumbrado a refugiarse en los libros de las aristas de un mundo hostil.
Pero había aprendido a apreciar los signos. Mensajes ocultos que, cuidadosamente, anotaba y descifraba. Y que señalaban un día y una hora que, inexorablemente, se acercaban.
Ahora todos hablaban de las luces que iluminaban la noche, más que lunas y estrellas. El apocalipsis, decían los agoreros. Auroras surgidas del cambio climático; la teoría más extendida.
Sonrió mientras aguardaba el nuevo orden. Cuando llegasen los visitantes, revelaría su verdadera identidad. Y solo entonces, ajustaría cuentas.
FIN
Bien escrita la mini, Seguro que ya no tarda el ajuste de cuentas… Abrazo
Me gustaLe gusta a 2 personas
¡Me alegro de que te guste Rubén! Celebro que te haya gustado. A ver si por fin llegan los visitantes y el protagonista se resarce 😉
Muchas gracias por pasarte, leer y comentar.
Un saludo.
Me gustaMe gusta
Hemos coincidido en temática con minirelato XD muy bueno. ¡Nos leemos!
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Es verdad! Debe ser cosa de los marcianos…
Gracias por pasarte, leer y comentar.
Un abrazo y nos leemos.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Pingback: Tiempo de recuento (crónica del año que se va) | Blog de Aldegunde