Nos apenó que no le quedara ni un recuerdo para rellenarlas así que repartimos, antes de salir, las figuras cerámicas entre las maletas de todos. Nos había encantado conseguirlas, regateando hasta la extenuación, en el bazar de aquel tipo que se creía que iba a esquilmarnos como a vulgares turistas.
Luego en el aeropuerto, se nos congeló la risa: con mi habitual torpeza, deslicé uno de los pequeños ídolos. Al golpear el suelo, se deshizo en mil pedazos. Entre ellos, se fue acumulando un sospechoso polvo blanco.
Ahora, desde una celda de mala muerte, nos afanamos en demostrar que no somos mulas, solo turistas vulgares.
FIN
Buen micro, Jorge. Pobres turistas…
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¡Hola, Mayte! Quería verbalizar esa angustia de aeropuerto que, imagino, todos habremos tenido alguna vez…Muchas gracias por pasarte, leer y comentar. ¡Un abrazo!
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Así es. Viajar ya no es una aventura. A veces una pesadilla 🙄muy bueno.
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¡Gracias! Hay que llevar un ojo puesto en la maleta…Por lo que pueda suceder. ¡Besiños!
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Bueno el relato. Suele suceder algunas veces. Buen fin de semana.
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Sí; son las cosas del turismo…¡Muchas gracias por pasarte, leer y comentar! Buen fin de semana para ti también.
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