Regresa David Aldegunde –que está cogiendo carrerilla–. Esta vez presenta un relato más «costumbrista», y con dedicatoria.
En un piso vivía un niño. Cada día entre semana, iba al colegio, y en el patio se dedicaba a jugar con sus amigos a las peonzas. Él tenía una que se llamaba “Spraisen”. Al principio le ganaban niños hasta un año menores, pero él no dejó de practicar. Cuando ya les plantaba cara a sus amigos se inventó un modo de juego llamado “Eliminatoria”. Consistía en que un grupo de peonzas eran lanzadas y las primeras tres en eliminarse iban a un combate en el que solo dos se clasificaban, y así hasta que una ganase a todas. Como decía uno de sus amigos: “nunca se sabe lo que va a pasar”. David (que es como se llamaba el protagonista) ganó muchos torneos, pero lo más importante es que no se rindió jamás.
FIN
Dedicado a Adrián Marín Santiago.

He aquí, un futuro “hombre del renacimiento “ … y yo sé porqué.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Se lo diré al autor…¡Besitos!
Me gustaMe gusta
Cuando se sabe perder no rendirse JAMAS es la posición que hay que tener. Buenísimo !!!!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Por supuesto. Y lo seguirá intentando…¡Besos!
Me gustaMe gusta
Pingback: Tiempo de recuento (crónica del año que se va) | Blog de Aldegunde