Sufriendo lo indecible por amor transcurrían sus días. A él, empero, se le veía feliz con su nueva conquista, una mujer imponente.
Enrabietada y decidida a actuar, planeó un encuentro, a la salida del club, en una noche oscura. No le importó chocar con él. Aguantó su mirada gélida y el desprecio de ella. Se marchó, los ojos llenos de agua; sus puños encerrando un valioso botín.
Más tarde, se afanó en colocar el negro cabello entre sus pliegues. Vació entonces, con saña, su alfiletero.
***
En pleno clímax, los amantes se estremecían. Ella, embriagada de placer. Él, atravesado por un sinfín de afilados cuchillos.
FIN
¿Hizo un muñeco vudú? La venganza se sirve fría, eso dicen… Buen micro, Jorge.
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Así es, Mayte. Se me ocurrió ese enfoque para el relato. Muchas gracias por pasarte, leer y comentar. Un abrazo.
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Embrujos…
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…Y venganzas. Gracias por comentar. ¡Un abrazo!
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