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No podía dejar de llorar. Me sentía solo y engañado. No veía a mi madre por ningún lado. Y eso que me había jurado que estaría en la puerta tan pronto escuchara el timbre.
Más rabia me da ver que todos disfrutan, felices. Saltan, juegan, no paran de reír. La maestra se me ha acercado; yo no sé qué decirle. Me quedo callado: me da vergüenza ser el único que no se divierte el primer día de clase.
De repente, la bocina otra vez. La señorita me da la mano. Todos vuelven a clase, con caras tristes. Yo los miro, confundido.
A saber cuándo sonará la campana de mamá.
FIN
PD. A todos los que echamos de menos un manual de instrucciones antes del primer día de colegio.
Que bien has descrito esa desazón que todos hemos tenido alguna vez al entrar en otra normalidad que no teníamos prevista.
Fantástico!!!!
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¡Gracias! Y es verdad que así suele suceder…El problema es que, para esta que tenemos encima, tampoco hay manual…¡Besos!
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Hacemos tantas cosas por primera vez sin manual de instrucciones. Todos nos hemos sentido como él en algún momento.
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La verdad es que sí. Aquel día, por lo menos, yo lo eché en falta. Un abrazo fuerte y gracias por leer.
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En la vida todos vamos ensayando. También a ella llegamos sin manual de instrucciones. Saludos
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Muy cierto. Y debe ser tremendo shock…aunque no nos acordamos. Muchas gracias por pasarte, leer y comentar. Un fuerte abrazo.
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Al leerlo me ha venido a la cabeza una carita triste y un poco angustiada, con churretes de lágrimas…pero yo estaba ahí! Ciertamente deberíamos disponer de un manual para algunas situaciones que encontramos al doblar las esquinas de la vida, pero…
El relato, soberbio,.
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Pues sí…No vendría mal un manual para afrontar esas esquinas. Aunque, la verdad sea dicha, también tiene su aquel ser quien escribe el manual. ¡Un beso!
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Pues sí, Jorge. Con la sencillez e ingenuidad que caracteriza al pequeño que aún se angustia por la ausencia de su mamá, has clavado, como acostumbras, en pocas líneas una experiencia que muchos niños han tenido y que es tremenda. Yo la percibí en mi hijo, no la recuerdo personalmente. Gracias Jorge por ese saber dar con el tono que exige cada escrito….
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¡Muchas gracias, Ana! Se trata, esta vez, de un recuerdo personal que viene conmigo y que me apetecía compartir. Me alegro de que te haya gustado; todo es cuestión de jugar con los puntos de vista. Un abrazo fuerte y nos leemos.
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