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El próximo favor se lo pido a Santa Rita, que seguro no me pedirá cuentas. Porque los hay puntillosos: no para de llamarme para que salde esa vieja deuda –unos pocos miles de euros que necesité para abrir el negocio–. Pero no es el momento; debo concentrar mis esfuerzos en la ampliación de capital. Llevo semanas preparando la reunión con el responsable del fondo de inversión. Suena el teléfono:
–Diga.
–Sr. Gálvez, su visita está aquí.
–¿El Sr. Gutiérrez-Arjona, supongo?
–No. Está indispuesto. Ha venido la directora financiera en su lugar. La Sra. Martínez Mediavila.
–Ya. ¿Y su nombre de pila es…?
–Margarita.
Sonrío, mientras ajusto la corbata.
FIN
No será Margarita esa Santa Rita a la que te ibas a encomendar. jajajaj. Ese recomponerse la corbata…
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La misma, jaja. Es lo que tiene el oportunista: aprovecha la más mínima ocasión. Gracias, por pasarte, leer y comentar. Un abrazo fuerte.
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