
***
No paran de preguntar por mí los hijos de la señora. Temo que averigüen donde vivo y se planten en el patio de la escalera a acecharme. Siempre me parecieron un puñado de interesados que pululaban alrededor de ella como buitres.
Yo me limitaba a cuidarla con respeto. Cuando terminaba las tareas de casa, me contaba sus historias mientras hacía punto con aquellas desgastadas agujas. La noche de autos me dijo que me llevara su costurero.
En su funeral me sentí muy triste. Al volver, desempolvé su estuche y lo abrí. Menuda sorpresa cuando descubrí lo que escondía aquella colección de dedales.
FIN
Me quedo intrigada, supongo que ella le dejó algo valioso y se lo dio a escondidas para que sus hijos no se enterasen. Muy buen micro, Jorge.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Buenas tardes, Mayte. Ese precisamente era el sentido del micro… Sirvió su venganza en el costurero. Me alegro de que te haya gustado. Gracias por pasarte, leer y comentar. Espero que estés llevando bien los calores de Madrid. ¡Un abrazo!
Me gustaLe gusta a 2 personas
Ahora estamos en la sierra norte de Madrid. Aquí se sobrelleva mejor el calor. Ánimo!!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Inquietante y sugerente micro. Zorionak Jorge.
Me gustaLe gusta a 2 personas
Eskerrik asko, Andoni. ¿Qué tendrán los dedales? ¡Un abrazo!
Me gustaLe gusta a 1 persona
Excelente e intrigante.
Me gustaLe gusta a 2 personas
¡Muchas gracias! Los micros con finales abiertos es lo que tienen…Si el lector así lo quiere, tienen muchísimas interpretaciones. Un fuerte abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me has dado una idea. Con todos los que me has regalado… que no podrán guardar! Genial, Jorge.
Me gustaLe gusta a 2 personas
¡Me alegro de que te haya gustado! El caso es que, en realidad, la idea para el relato me la diste tú: precisamente me acordé de la colección de dedales…¡Un beso!
Me gustaMe gusta
Pingback: Faltan muchos | Blog de Aldegunde