
Capítulo 4. Tempus fugit
Estaba a unos quince minutos del barranco. El antiguo embalse, que otrora abastecía a todos los pequeños pueblos de la sierra, se había quedado más seco que la mojama. En su lecho comenzaba a crecer vegetación que, aunque todavía no abundante, proporcionaría cierto camuflaje. Había estudiado los accesos al lugar –particularmente el camino que se aproximaba desde el sur–. Hubiese querido alcanzarlo al alba, pero el encuentro con la autoridad lo cambiaba todo: no se terminaba de fiar. Temía que estuvieran avisando a policías de tráfico para terminar de cerrar el círculo –no sería la primera ni la última vez que algo así sucediera–. No quedaba más remedio que dar otro rodeo; observar desde una distancia prudente. Así que resolvió hacer de dominguero, conduciendo casi al ralentí por carreteras secundarias, describiendo una suerte de círculo artificial alrededor de la gran depresión…
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Suspense. Qué paso. Imaginemos.
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Un final para llevárselo puesto e imaginar…¡Muchas gracias por pasarte, leer y comentar! ¡Un abrazo!
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