
Esas alas de plástico servían para volar, y se lo demostraría a todos. Cogió carrerilla, se concentró y respiró hondo. Apuró el salto, mientras recordaba fugazmente sus anteriores inventos: mil y una formas de equivocarse. Hasta hoy.
Empero, algo iba mal: caía; se acercaba a ellos demasiado aprisa. Los intuía disfrutar de su fracaso, doblando la apuesta por que se partiera la crisma. Solo en el último momento comenzó a planear. Torcieron el gesto, ojipláticos, mientras él ganaba altura.
Atrás quedaba la gris ciudad; se adentraba en el mar. Su diseño, razonó, no había considerado el aterrizaje. Tampoco es que hiciera falta.
Inventos sin retorno. Encantado de verte de nuevo
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Muchas gracias, Juan Carlos, por comentar y leerme! Sí: a veces es difícil compaginar todas las cosas… Pero aquí seguiremos con nuevos textos a poco que el tiempo me lo permita. ¡Abrazos!
Me gustaMe gusta