SOBRE LA LÍNEA por Jorge Aldegunde

Latinos & Masticadores / EEUU

CAPÍTULO 1. TRAZAS DE GUARDAMETA

Quede claro: no era un jugador de fútbol brillante. Ni lo fui entonces, ni después. Con el tiempo aprendí algunos trucos para salir del paso y llegué a pelear cada balón como si fuera el último. Pero talento, lo que se dice talento, había más bien poco. Mis comienzos balompédicos en el club delPortofueron los de un niño algo torpe cuya estructura ósea era sensiblemente más densa que el resto. En román paladino: era tirando a gordito. Destacaba, si acaso, por ser el típico crío de ciudad en medio de una pandilla zagales ágiles, despiertos y con el sol –que en Galicia castiga de lo lindo cuando quiere– incrustado en su piel. La mía, empero, era más bien fina, pálida y atópica: para cuando Lorenzo hacía su efecto, mediado el mes de agosto, espalda y hombros abrazaban su eterno retorno poniéndose a pelar.

Ver la entrada original 714 palabras más

Anuncio publicitario

EL GENTLEMAN Y LA FRUTERA (II y final) por Jorge Aldegunde

Latinos & Masticadores / EEUU

Fotografía de Ovidio Aldegunde

Pronto se da cuenta de que sus pasos dejan tras de sí unas huellas que harían las delicias del mismísimo Sherlock Holmes. El terrazo, según parece, acusa la falta de cepillo. Rodapiés y marcos de puerta acumulan una nada desdeñable capa de polvo que, a la mínima presión de la yema de su dedo índice, mudan de lugar y se acumulan sobre éste, que pasa a convertirse en la oveja negra de una mano, por lo demás, impoluta.

Pero el suyo es un espíritu indómito: sabe que tras la puerta de la cocina se esconden escoba de densas cerdas, y férreo recogedor. Bajo la encimera, en el primer cajón, esperan varios trapos y hasta un aerosol antipolvo. Tamaña profusión de herramientas lo obnubila y decide, voluntarioso, darle un repaso a las estancias. Y en ello se aplica: baila la escoba, trasiega el paño con brío y…

Ver la entrada original 631 palabras más

EL GENTLEMAN Y LA FRUTERA (I) por Jorge Aldegunde

Latinos & Masticadores / EEUU

Fotografía Ovidio Aldegunde

Nuestro hombre es todo ungentleman. Es, también, un tipo lleno de bienintencionados propósitos para sortear la murria y desgana que acechan, implacables, en la rutina de un día a día cada vez más atribulado y pandémico. Por eso presta atención a las pequeñas cosas; verbigracia: se recrea al enfundar sus pies en unos llamativos calcetinesArrowsde color amarillo; tira de fondo de armario para estrenar un poloCalvin Kleincolor burdeos, embutirse en unos chinosMeyercolor tabaco –nunca es tarde para celebrar el haber dejado de fumar–, y ceñirse a la cintura unBullianta juego, con el toque justo de prenda usada que todavía no acusa el paso del tiempo. Completa el cuadro haciendo con soltura un doble nudo a susPier One, que han devenido en excelentes compañeros para ilustrar su ponderado a la par que resuelto caminar. La liturgia…

Ver la entrada original 535 palabras más