MasticadoresArchipiélago Editora: Felicitas Rebaque

Estaban solos; siempre lo habían estado. Y, por más que su ofuscada realidad les hubiera concedido una tregua en forma de lugar paradisíaco, ella no podría bajar la guardia. El niño daba forma a una enorme ciudadela; se afanaba en vaciar cubos que acarreaba, disciplinado, desde la orilla. Luego esparcía la arena, la concentraba en los lugares que intuía más débiles, y vuelta a empezar.
Mientras lo observaba, le pareció dotado de una inmensa paciencia y tesón. También, barruntó mientras una sombra nublaba su recuerdo, tenía muchas agallas. A pesar de no ser más que un crío de ocho años, había visto y oído demasiado. Los dos se merecían ese descanso.
–Hay que construir un foso alrededor. Y justo detrás, levantar murallas tan altas como yo –había explicado a su madre.
La demostración práctica no se hizo esperar: alternaba un desgastado rastrillo, al que le faltaban púas, con una enorme…
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